No somos perfectos, nadie lo es.
Estamos diseñados para cometer errores y la mayoría de nosotros
tendemos aprender de ellos.
Algunos aprenden, otros cometen los
mismos errores, una y otra vez. Sin pararse a pensar en las
consecuencias, en no avanzar, no evolucionan, todo lo contrario, se
estancan.
Los que aprendemos, no siempre lo
hacemos, pero intentamos que no vuelvan a suceder, pasar página e intentar
mejorar. Aunque no siempre depende de nosotros mismos, a veces, está
fuera de nuestro control. Y en ocasiones, eso hace que estemos “un
poco” como al principio o por lo menos tenemos esa sensación, de
no avanzar. Pero lo que realmente no sabemos o no nos paramos a
pensar, es que eso hace que de algún modo u otro, estemos avanzando. Estamos mejorando aunque no lo veamos, aunque no lo
sintamos. Sólo el hecho de intentar a no cometer los mismos errores,
nos hace ser mejor persona que ayer.
Pero a veces, es verdad que debemos
cometer los errores varias veces, ya no sólo para darnos cuenta de
ciertas cosas. Si no también para crecer, para abrirnos los ojos y ver un poquito más allá.
Los errores son ley de vida del ser
humano, pero nosotros lo vemos como algo malo. Porque cuando
cometemos un fallo, nos castigamos a nosotros mismos.
Lo que no vemos es que, gracias a los
errores que cometemos en nuestra vida, nos damos cuenta de lo que
queremos, pero sobretodo nos hacen conocernos a nosotros mismos y crecer como persona.
Porque con cada lección que nos ponga
la vida, la afrontamos con otra perspectiva, con más fuerza,
incluso, no lo vemos como un error, sino como un aprendizaje.
Cuando evolucionas tu, evoluciona todo
a tu alrededor, y lo que un día viste “malo”, llegará un día
en que lo “malo” no era tan al fin y al cabo. Y ese día, y sólo
ese, habrás entendido el por qué te paso a ti y no a otro. Habrás
entendido la leccíón.
Los errores son necesarios para aprender y el único error en la vida sería no cometerlos.